viernes, 4 de febrero de 2011

Hoy hemos comenzado la clase reanudando el último aspecto que nos quedamos debatiendo en la clase anterior: ¿de dónde procede la tensión existente entre un individuo y el grupo al que necesita pertenecer?

Los deseos, formas de pensar y necesidades del individuo entran en conflicto con las reglas del grupo; sin embargo, el individuo en cuestión ha de pertenecer a dicho grupo, ya que el ser humano no puede ser humano (valga la redundancia) solo. ¿O sí?

Existen casos de niños ferinos, es decir, bebés que por alguna circunstancia se han criado fuera de un entorno humano, como es el caso de Víctor de Aveyron (L'enfant sauvage).

Los investigadores que se hicieron cargo de él cuando fue encontrado en Aveyron durante los últimos años del siglo XVIII intentaron enseñarle hábitos humanos como saber comportarse o utilizar cubiertos para comer, pero hubo algo que no pudieron enseñarle: a hablar.

Víctor parecía capaz de comprender los mensajes de su entorno, pero no podía comunicarse mediante el lenguaje humano. Gruñía, utilizaba herramientas, pero no hablaba.

De esta investigación podemos deducir que, efectivamente, un individuo humano necesita un grupo o sociedad para poder desarrollar sus habilidades. No se puede conseguir que un niño ferino aprenda el lenguaje humano ya que la capacidad lingüística del cerebro permanece activa hasta cierta edad y, si no se utiliza, se atrofia y se pierde la capacidad para aprender a hablar.

Pero no es sólo el individuo quien depende del grupo, sino que se trata de una retroalimentación positiva entre los dos ya que uno se beneficia de la acción del otro y viceversa.


Durante la mayor parte de la historia se ha realzado la importancia del grupo sobre el individuo ya que un único ser no puede sobrevivir sin un grupo (el destierro era peor que la muerte); sólo con la aparición de la Edad Moderna se empieza a hablar de la importancia del ser humano como individuo único, irrepetible e importante.

Estas dos vertientes hacen que aparezcan dos teorías: la teoría individualista, la cual da más importancia al individuo, y la teoría colectivista o comunitarista, que, por el contrario, tiene en cuenta al grupo ya que el individuo depende de él.

Las relaciones que se dan entre el individuo y el grupo son estudiadas desde diferentes perspectivas:
-La perspectiva de la sociología, que estudia las relaciones entre los individuos de un grupo.
-La perspectiva política, que se encarga de investigar las relaciones entre los individuos y el estado o comunidad.
-La perspectiva de la antropología, que estudia los rasgos culturales de una sociedad.

He aquí el desarrollo de esta última, la antropología:
Desde la dimensión biológica, el ser humano no es en absoluto especial ya que posee unas características normales. Aunque hayamos desarrollado una serie de capacidades especiales (inteligencia, habla, sociabilidad), no somos los únicos seres vivos que poseen características únicas.
Desde la dimensión cultural, como citó E.B. Tylor "la cultura es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre", bien es cierto que sólo el ser humano entre los demás animales tiene esta peculiar faceta cultural y que gracias a ella hemos evolucionado con muchísima más rapidez que si hubiéramos dependido meramente de la evolución biológica.

Sin embargo, la tensión entre el individuo y el grupo no ha cambiado en toda la historia.

Como ya se ha citado antes, las primeras civilizaciones humanas eran colectivistas; todos los individuos debían pertenecer a un grupo para ser tenidos en cuenta. Fue durante los siglos XVI y XVII cuando se descubre el individualismo y se fundan las bases de la sociedad moderna, donde aparece la teoría del individualismo posesivo, que consiste en que cada individuo es dueño de sus propios deseos, preocupaciones, metas o sueños y que lo único que persigue es satisfacerse a sí mismo; no le debe nada a la sociedad. Su relación con los demás individuos de un grupo se basa en la indiferencia o el interés; en si simplemente no son molestia para conseguir sus metas o, mucho mejor, si lo pueden ayudar.

Aunque pueda parecer que en el individualismo posesivo no se cumple la retroalimentación positiva entre el individuo y el grupo, sí que se desarrolla: el individuo busca siempre el beneficio propio que, a su vez, contribuye al beneficio de los demás.

De esta vertiente individualista aparece el liberalismo político y económico existente, por ejemplo, en Alemania. Este liberalismo consiste en que cada individuo tiene la libertad de perseguir sus metas por el motivo ya citado antes: el beneficio propio de un individuo implica el beneficio de toda la comunidad.

La clase finalizó con un último debate: ¿es más eficaz el liberalismo (cada individuo satisface sus necesidades como él mismo pueda) o el paternalismo (el estado al que pertenece el individuo presta ayuda para alcanzar sus metas)?

Elisa Mazuelos Jiménez, 1º BACH. D

2 comentarios:

Rafael Bermudo dijo...

Buen trabajo, aunque la última interrogación es un poco confusa, convendría que la aclarases.

alumno1d dijo...

Ya está cambiado, lo que no sé es si queda claro lo del paternalismo..