jueves, 16 de octubre de 2014



Para la clase de ayer, dia 15 de Octubre,  estaba previsto que realizásemos el examen sobre algunos de los filósofos que llevamos vistos. Sin embargo, no pudimos hacerlo ya que el profesor no pudo encontrar la copia del examen para poder imprimirla. Por tanto, continuamos dando materia.

Comenzamos leyendo las páginas 97, 98 y 99, las cuales tratan de las cosmovisiones antiguas. Era la imagen que tenían los antiguos sobre el universo, la cual obtenían mediante la observación (datos observables) y la reflexión (modelo teórico). El profesor lanzó una pregunta:
¿Qué veían ellos y por tanto nosotros?
A esta pregunta algunos de mis compañeros respondieron que vemos moverse el sol porque si pones un palo en un lugar abierto, en cuanto sale el sol, se proyecta una sombra que se va moviendo a medida que el sol se traslada. Además de esto, podemos observar que tanto la luna como las estrellas (menos la estrella polar) se mueven también.
Sin embargo, cabe destacar que nuestra visión del universo no es intuitiva al contraria que en años pasados.

Una vez resuelta esta cuestión (aunque al final de la clase la retomamos), continuamos hablando de los primeros modelos teóricos. Se creía que la Tierra estaba quieta, pero que todo a su alrededor se mueve (como una bóveda) alrededor un de eje (la estrella polar). Esta teoría proponía que todos los cuerpos celestes describen orbitas alrededor de la tierra y que las estrellas se encontraban en la capa más exterior moviéndose al unísono.

El problema de esta teoría es que no podía observarse todo lo que se decía en ella y se plantearon problemas como el de Platón que decía resumidamente que había algunos cuerpos celestes, aparecen errantes, describiendo trayectorias anuales de una irregularidad desconcertante, a los que llamó planetas.
Una vez enunciado este problema decidieron “parchear” la teoría diciendo que Marte, por ejemplo, describía siempre una trayectoria en forma de S.

Sin embargo, a Aristarco se le ocurrió otra teoría, que decía que el Sol era el centro y que tanto la Tierra como el resto de cuerpos celestes giraban a su alrededor. Pero sus críticos le plantearon el siguiente problema:
Cuando tiramos un objeto hacia arriba, vuelve a caer en el mismo sitio. Pero, si la tierra se moviese, ese objeto no debería volver a caer en el mismo sitio, sino algo más atrás. A esta objeción se puede responder de una forma muy sencilla:

Como tú estás sobre la Tierra, llevas la inercia , cuando el objeto está en tu mano también lleva la inercia, entonces cuando lo lanzas no va en trayectoria vertical, sino va en horizontal-vertical, digamos un arco pero como tu relatividad la tomas desde la Tierra solo parece que va en vertical. Pero si te fijas desde fuera y tomas como punto de referencia un lugar fuera de la Tierra podrás observar que el objeto no cayó en el mismo lugar.

     En la película Ágora, la filósofa Hipatia, protagonista de la historia, desarrolla este experimento arrojando un saco de arena desde el mástil de un barco en movimiento para defender la idea de Aristarco:



De todas formas, hasta el siglo XVI no se volvió a plantear la teoría heliocéntrica. Por su parte, Aristóteles creía que podíamos diferenciar 2 partes en el universo: la parte que está dentro de la esfera lunar (compuesto por los 4 elementos) y el mundo supralunar (compuesto por el éter).
Esta observación fue muy importante ya que fue la única visión del universo que se tuvo desde el siglo IV a.C al siglo XVI d.C.
Seguidamente se anunció que el movimiento natural de los elementos era hacia arriba y hacia abajo por el peso. Lo que ocurre es que todos los elementos se encuentran mezclados, aunque tienden a separarse por su naturaleza. Esto ocurre por el movimiento genérico del universo, y es que este movimiento se genera por el movimiento “de los cielos” haciendo que las esferas inferiores también se muevan.
Esto llevó a plantear el siguiente problema: ¿por qué se mueve la última esfera?, ¿la mueve un motor distinto a él?, ¿podría ser que ese motor no fuese movido por nada?.
La respuesta de esta pregunta se pudo resolver con la siguiente: ¿podría algo mover sin tener él mismo movimiento?. La respuesta se pudo obtener gracias a un ejemplo que uno de mis compañeros mencionó: los imanes. Si pones en una mesa llena de clips un imán, los clips se mueven hasta llegar al imán sin necesidad de que éste se mueva.
Esta explicación duró poco, hasta que a alguien se le ocurrió poner otro “primer motor” que se identificó con Dios (por el surgimiento del cristianismo). Lo cual nos lleva a la teoría de Ptolomeo (alejandrino).
Por ultimo, el profesor concluyó la clase lanzando una pregunta: ¿Qué se descubrió en el siglo XVI que hizo cambiar nuestra imagen de universo?

Lo veremos en la próxima clase.

ELENA CANO RIVERO

1 comentario:

Rafael Bermudo dijo...

Buen trabajo, aunque tu explicación de la objeción a la teoría de Aristarco quizá no es tan clara como tú dices. Para ver la cosa con más detalle, podéis consultar esta página: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/078/htm/sec_4.htm